lunes, 6 de octubre de 2014

Potencia bailable


Cabecear y bailar. Esa es la gracia que tienen los shows de los Queen of the Stone Age, quienes anoche se presentaron en el Movistar Arena cautivando nuevamente a su fanaticada.

La agrupación de Josh Homme tiene la película clara. Saben cómo hacer sólidos shows al nivel de banda consolidada en el rock. Anoche, frente a unas 11 mil personas, repasaron lo mejor de sus seis discos con un potente enjambre sonoro perfectamente dirigido por su baterista, Jon Theodore.

La ruda Millionaire fue la encargada de abrir la noche, seguida de No one Knows y My God is the Sun. Puras bombas caladas. Todas muy bien ejecutadas y notablemente sonorizadas. Desde que Homme se hizo cargo de la voz de Millionaire (con la salida de Oliveri) ésta obtuvo más calidez y suavidad, dejando de lado el gutural y desgarrado canto del calvo y alocado bajista. Bien pensado si lo que se buscaba era llegar a un público no tan rockero y más controlado.

El repertorio que Homme ha ido consolidando junto a los suyos, permiten perfectamente pasar desde un momento bailable, como lo fue con Smooth Sailing, a uno de rock duro, como con Mexicola.

Qotsa, en su historia, inteligentemente supo abrir el espectro musical y no quedarse solamente en el stoner rock, lo cual le permitió ganar en cantidad de seguidores. La receta no es nueva, ya lo hizo Cobain en los noventas cuando vio que adhiriendo dosis Pop a su Grunge el género se masificaría.

Volviendo al recital, el insolente riff de Song for a Dead amenazó con derrumbar el escenario y fue quien puso el broche de oro a las casi dos horas de show.
En lo negativo, en momentos la guitarra de Homme sobrepasaba demasiado en volumen la de su colega Van Leeuwen, lo que hacía que se perdiera la armonía de las cuerdas.

En entrevista para radio Futuro, Troy Van Leeuwen, guitarrista de Qotsa, dijo que venían a Chile “a cerrar un ciclo”. “Comenzamos el proceso de nuestro último disco allá en Sudamérica y cerramos todo allá”, señaló. Potente y majestuoso cierre de ciclo.

sábado, 6 de septiembre de 2014

El día en que el rock sudamericano se vistió de luto

Las probabilidades de que Cerati volviera de esa limbo-desgracia tras sufrir un accidente cerebro vascular en 2010 eran ínfimas. Eso todos lo sabían. Quizá hasta su madre. Entonces ¿Por qué la noticia de su muerte nos devastó tanto? ¿Por qué Cerati era tan querido?

Sorprende porque pese a su lamentable condición, todos albergábamos una pequeña posibilidad de que el genio argentino volviera con todo su glamour a girar por el mundo. Todos esperaban que se levantara, se sacudiera un poco, tomara su guitarra e hiciera nueva buena música.

Sorprende porque el rock de este lado del mundo queda huérfano. Vacío. Sin uno de los que llevaba la bandera musical sudamericana. Incluso más que el viejo Charly García o Beto Cuevas (¿qué?). ¿O acaso ustedes pensaban que ese líder era Jorge González?.

Cerati tenía la notable capacidad de hacer temas “oreja". De cada disco siempre se imponían uno, dos o tres singles para el mercado musical. Bastaba con escuchar uno de esos temas para quedarte con la melodía pegada en la oreja por horas.

Y no sólo eso, además era capaz de meterse en distintas áreas y caer siempre de pie. Incursionó en el Pop, el Rock, la electrónica, el New Wave, la Zamba argentina, la música orquestada y nunca lo hizo mal. Al contrario daba clase en cada estilo donde se metía.

¿Y en Chile? Es mucho lo que el rock chileno le debe al sonido de Soda y de Cerati solista. Muchísimo. Las guitarras de Lucybell son casi calcadas del disco Dynamo (1992). El sonido de La Ley, Nicole, De Saloon, Los Bunkers, Saiko, etc. Buena parte del rock que se hizo en Chile en los 90’s recogen los postulados ceratianos. En fin, tanta influencia, tanto legado.

Por último, el gran cariño que despertaba el maestro de las frases sin sentido tiene muchas aristas que trascienden la música. Amable con la prensa, no se metía en política, coqueto con las damas. Una estrella a la antigua. No por nada fueron miles los que le dieron un último adiós. Y no sólo en Argentina.

Por otro lado, no son los 70’s. Época en la que fallecía una estrella de rock, pero al otro lado habían cinco igual de buenos haciendo música sorprendente. Esta es la década de la decadencia musical, sobre todo en este humilde rincón del planeta. No lo digo yo, lo concuerda la mayoría. Es cosa es poner la radio y notar que lo que suena pertenece a otras décadas, salvo contadas excepciones. Una pena. De las grande.


viernes, 28 de marzo de 2014

Metallica: Duros como el acero


Podrán decir que son comerciales, que se vendieron o que se perdieron en el camino del rock. Podrán decir lo que quieran -y de hecho puede que tengan razón- pero si hay una banda que en vivo rockea duro, esa es Metallica. Anoche lo dejaron claro en un Monumental que acogió a las más de 50 mil almas devotas a las guitarras de Hammett y Hetfield y los ritmos y carisma de Ulrich.
Los oriundos de California (ya sé que Lars es danés, si quiere reparar en eso) realizaron un inicio de show que fue la bomba atómica en la cara. Battery pegada a Master of Puppets y unida a Welcome home (Sanitarium), derritieron los rostros de la fanaticada que, enfervorecida, pedía lo más heavy del repertorio de los Metallica.
Las guitarras sonaron parejitas y totalmente diferenciables. Los solos de Kirk claros como el agua y los ritmos galopantes de Lars seguro que hoy tienen a varios con lesiones en el cuello (yo soy uno de ellos). También es destacable que la voz de Hetfield siga rockeando como en antaño y no se vea tan dañada como algunos de sus contemporáneos. Lo de Trujillo estoy convencido que no va por el lado del virtuosismo y va más por la vereda de la actitud en el escenario. El hombre se hace notar con su corpulencia y movimientos y no tanto con sus creaciones en el bajo.
En lo que me queda duda es que no sé si Hetfield y compañía tendrán claro que lo que la gallada espera de la banda es el repertorio más crudo, más rudo, más brutal. Sin duda en Load, Reload, St. Anger y Dead Magnetic hay cortes notables, pero el punto más alto en la carrera de la agrupación está entre el Kill 'Em All y el Black Album. ¿Alguien puede discutir eso?
Quizá en vez de poner a Fuel o el cover Whiskey in the jar, entre las opciones (el público podía votar por mensaje de texto el tema de cierre, usted es libre de creer si eso era verdad o parte del show), habría sido más fiel al metal poner Four Horsemen, Fight fire with fire o Motorbreath. Temas de la primera época. No hay que ser un genio musical para entender qué es lo que los fanáticos quieren. Bueno quizá son baterías muy rápidas para nuestro querido Lars, quién sabe.
"Les gusta el Kill 'Em All eh?" preguntó Hetfield en un momento de la noche dado que cada vez que aparecía la pantalla donde se mostraban las votaciones, e indicaba que Whiplash lideraba el computo para ser el tema final, el estadio se venía abajo a gritos. Como si 50 mil espartanos fuesen a la guerra.
Al ver que la canción menos votado fue Fuel, en tono de broma James dijo "Fuel es demasiado heavy". El público rio con la tallita. Él sabe que no es así.
Por otro lado, anoche quedó claro (nuevamente claro) que las canchas VIP y el rock son enemigas. Media hora antes de que comenzará Metallica, el público que estaba en cancha normal y cordillera no encontraron nada mejor que llegar hasta la cancha VIP saltando las vallas. Lo mismo se vio, y los videos de You tube abundan, en el show de Rage Against the Machine. ¡Cancha normal y punto, señores productores!