Las probabilidades de que Cerati volviera de esa
limbo-desgracia tras sufrir un accidente cerebro vascular en 2010 eran ínfimas.
Eso todos lo sabían. Quizá hasta su madre. Entonces ¿Por qué la noticia de su
muerte nos devastó tanto? ¿Por qué Cerati era tan querido?
Sorprende porque pese a su lamentable condición,
todos albergábamos una pequeña posibilidad de que el genio argentino volviera
con todo su glamour a girar por el mundo. Todos esperaban que se levantara, se
sacudiera un poco, tomara su guitarra e hiciera nueva buena música.
Sorprende porque el rock de este lado del mundo queda
huérfano. Vacío. Sin uno de los que llevaba la bandera musical sudamericana. Incluso
más que el viejo Charly García o Beto Cuevas (¿qué?). ¿O acaso ustedes pensaban
que ese líder era Jorge González?.
Cerati tenía la notable capacidad de hacer temas “oreja". De cada disco siempre se imponían uno, dos o tres
singles para el mercado musical. Bastaba con escuchar uno de esos temas para
quedarte con la melodía pegada en la oreja por horas.
Y no sólo eso, además era capaz de meterse en
distintas áreas y caer siempre de pie. Incursionó en el Pop, el Rock, la
electrónica, el New Wave, la Zamba argentina, la música orquestada y nunca lo
hizo mal. Al contrario daba clase en cada estilo donde se metía.
¿Y en Chile? Es mucho lo que el rock chileno le debe al sonido de
Soda y de Cerati solista. Muchísimo. Las guitarras de Lucybell son casi calcadas del disco
Dynamo (1992). El sonido de La Ley, Nicole, De Saloon, Los Bunkers, Saiko, etc. Buena parte del
rock que se hizo en Chile en los 90’s recogen los postulados ceratianos. En
fin, tanta influencia, tanto legado.
Por último, el gran cariño que despertaba el maestro de
las frases sin sentido tiene muchas aristas que trascienden la música. Amable
con la prensa, no se metía en política, coqueto con las damas. Una estrella a
la antigua. No por nada fueron miles los que le dieron un último adiós. Y no sólo en Argentina.
Por otro lado, no son los 70’s. Época en la que fallecía
una estrella de rock, pero al otro lado habían cinco igual de buenos haciendo
música sorprendente. Esta es la década de la decadencia musical, sobre todo en
este humilde rincón del planeta. No lo digo yo, lo concuerda la mayoría. Es
cosa es poner la radio y notar que lo que suena pertenece a otras décadas,
salvo contadas excepciones. Una pena. De las grande.