jueves, 7 de febrero de 2013

¿De qué va la escena musical chilena?




Cuesta definir el movimiento musical chileno actual como un todo. Probablemente eso pase en todos los países. No me cabe duda que Inglaterra es más que los Artic Monkeys o que en Argentina se cuecen otras habas distintas a Soda Stereo. Pero al menos en ambos casos la identidad se conoce rápido.
No me trago (y nunca lo he hecho la verdad, ni cuando sacaron discos grandiosos como Fome o Unplugged MTV) que Los Tres sea todo (o lo mejor) de lo que se trata el rock chileno, pese a que probablemente sean los más cercanos, más basado por su gran capacidad musical que les permite tocar lo que se les pase por la cabeza.
Tampoco creo que Los Prisioneros cumplan con el título de mejor representante musical de estas tierras. Pese a que creo fueron grandiosos, ellos responden a un contexto muy particular de Chile. Pudieron haber musicalizado sus letras con rap e igual la gente los habría esuchado y respetado.

Menos aún, que la actualidad esté basada en Los Bunkers (que tienen todo mi respeto) o la hermosa Fran Valenzuela (que tiene todo mi respeto y admiración) o Chinoy (que tiene algo de mi respeto). Y mi argumento es simple: Santiago tiene una escena under demasiado grande. Lugares como el Bar Uno o casi entera la comuna de San Bernardo son ejemplos de lo que digo.
Como músico de cantina, me he topado con infinidad de bandas de todo estilo. Algunas me han dejado indiferente, otras en cambio, me han dejado pegado sus melodías por semanas.
Incluso si me apreta un poco, le puedo decir que ni los Hielo Negro representan la escena actual. Claro si me quiere apretar más y preguntarme de qué va la escena musical chilena creo no tener la respuesta tan clara. Sé que Concepción y Valparaíso han aportado mucho a tener algún tipo de identidad. Así lo nuestro debiese sonar acústico y punk a la vez. Por otro lado, sin duda la gran Violeta Parra puso la primera piedra y contribuyó a una edificación inconclusa. Además creo que Santiago ha hecho todo lo contrario a Conce y Valpo. Ha contribuido a perder y confundir el camino. Esta aseveración la baso principalmente en el masivo apoyo que hay a:
1.- Bandas tributos

2.- Los mismos músicos de siempre
Del punto 1 qué puedo decir conservando el respeto que me caracteriza. Jamás he podido entender el arte como un medio encapsulado en donde se te restringen las ideas por respeto a alguien que las tuvo antes que tú. Es algo parecido al argumento ad verecundiam, o sea lo respetamos sólo porque lo dijo una autoridad en la materia (Slash, Keith Richards y Richie Sambora sin duda son autoridades en la materia, mas no creo en tocar lo suyo como si fuera mío). Pero al menos tengo fe en que este fenómeno esté por finalizar (quizá 10 años más) ya que las grandes bandas cada vez se interesan más por el cono sur de América, entonces en lugar de ir a ver al tributo, mejor vas a ver al original.
El punto 2 es simple. Cada festival musical grande como el Día de la Música o algo organizado por la SCD lleva entre sus filas a Denise Malebrán, Quique Neira, Chancho en Piedra etc. Dejando poco espacio para las nuevas generaciones.
En la escena santiaguina  algo se está cociendo. Quizá a fuego demasiado lento, pero algo se coce.

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